Todos aquellos gestos no fueron más que una excusa para el
último adiós, ocurrido sin ojos o manos, un solitario aire que acarició la
mutua invisibilidad.
Cuadro: Dos tazas y espejo de Cristino de Vera.
jueves, 12 de abril de 2012
Luz de otro mundo:
en la frontera delgada
cabe otro cuerpo.