martes, 20 de noviembre de 2012

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El día de su cumpleaños, para combatir su insistente sensación de hastío y darse un respiro, pensó en hacer algo especial, una actividad excitante y radicalmente distinta de aquellas que normalmente hacía. Pero pronto se percató de que lo que más le apetecía hacer era reunir en ese día todos los insignificantes destellos que, esporádicamente, le daban placer y en los que casi nunca se detenía. Así, ese compendio de pequeños goces fue la gran novedad bajo la que transcurrió su cumpleaños. Esa y la sorprendente revelación, como quien descubre una cueva en el fin del mundo, de la enorme ligereza de ser, a veces, feliz.


Imagen: Fotograma de la película Tren de sombras de José Luis Guerín



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