Se acaba el Carnaval y todos volvemos a nuestros disfraces de siempre.
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Cuando veo a alguien hablando con solemnidad me pregunto si no será un humorista secreto.
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Aunque sea saludable, olvidar a los muertos es horrible.
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Es cierto que perdió mucho el tiempo, pero es que la alegría lo mantuvo ocupadísimo.
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Nuestras decisiones no son más que el golpe final de un redoble de misterios.
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Sólo superan en estupidez a los que queman una bandera los que se escandalizan por ello.
(Con Carlos Marzal)
Imagen: La calle. Balthus
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